Una bandera de mar para amparar sentimientos
La bandera de Galicia se inspira en la de la Capitanía Marítima de A Coruña con la incorporación del escudo del Antiguo Reino proveniente del siglo XIII
Como muchas otras banderas que representan a diversos territorios, la bandera institucional de Galicia, formada por un fondo de color blanco cruzado por una franja transversal de color azul celeste desde el borde superior izquierdo del campo hasta el inferior derecho, tiene su origen en el mar. La propia enseña española, constituida por dos bandas rojas con una amarilla central de doble grosor que las restantes, procede de un concurso organizado por el rey Carlos III para dotar a la Marina española de un distintivo capaz de reconocerse fácilmente en la distancia y suficientemente original para que no se confundiera con otras enseñas pertenecientes a países extranjeros en las que los colores blanco, azul y rojo eran los más utilizados en su composición y podían llamar a equívoco. La gallega nace de la de la Capitanía Marítima de A Coruña.
La bandera actual, que mantiene el tradicional lienzo blanco, se inspira en la de la Capitanía Marítima de A Coruña que los emigrantes gallegos veían por última vez, a finales del siglo XIX y principios del XX, antes de abandonar las costas gallegas con destino a la emigración ondeando en el edificio del puerto. Era una bandera igual a la que oficializó la Ley 5/1984 de 29, si bien no llevaba el escudo con el cáliz y las siete cruces que hoy constituye el complemento para conformar la bandera institucional, producto de la fusión de la bandera blanca y azul con el tradicional emblema del siglo XIII, que ya estaba presente en las armas del Antiguo Reino de Galicia.
La bandera, sin aditamento alguno, viajó por tanto en el pensamiento de la población emigrante que cruzaba el Atlántico, y se consolidó como estandarte entre los gallegos de La Habana primero, para implantarse más tarde en todo el ámbito de la Galicia que vivía en el exterior. En 1898, el periódico editado por los gallegos de Cuba, "El Eco de Galicia", publicaba las normas que definían la bandera que representaría a Galicia en todos sus actos: "El fondo es blanco, y desde el ángulo superior de la izquierda hasta el ángulo inferior de la derecha, atravesando el centro, una franja de color azul que debe tener de ancho la tercera parte del alto o ancho total de la bandera".
Así cursó el viaje de vuelta hacia España y así ha pervivido hasta la consagración definitiva de Galicia como Comunidad Autónoma, que institucionalizó su diseño final y las disposiciones que regulan su uso, añadiendo el símbolo del cáliz y las siete cruces de raíz medieval sobre la banda celeste hasta definir la enseña que hoy nos representa.